En 1968, Acapulco, un destino conocido por su belleza natural y su vibrante vida social, se convirtió en el escenario de un oscuro suceso que conmocionó a la sociedad mexicana: el caso de Sofía Bassi. Este episodio, que involucró a una de las pintoras más renombradas del país, dejó una huella imborrable en la historia del puerto y en el mundo del arte.
Acapulco en los años 60
A finales de la década de los 60, Acapulco era un refugio glamoroso para la élite mexicana e internacional. Entre sus habitantes más destacados se encontraba Sofía Bassi, una pintora surrealista cuya fama se extendía más allá de las fronteras mexicanas. Bassi, con su talento y personalidad cautivadora, se había convertido en una figura central de la vida cultural del puerto.
Sin embargo, en septiembre de 1968, su vida dio un giro inesperado. Durante una tarde en su residencia en Las Brisas, una de las zonas más exclusivas de Acapulco, el conde italiano Cesare D’Acquarone, esposo de Claire Diericx, hija de Sofía, fue encontrado muerto. La noticia se propagó rápidamente, y las circunstancias del suceso comenzaron a generar controversia.
Acapulco 68, o el caso de «La muerte en la piscina»
Según la versión oficial, el conde fue alcanzado por disparos mientras nadaba en la piscina de la finca. Sofía Bassi declaró que todo había sido un accidente, pero la evidencia complicaba esta versión: el conde había recibido cinco disparos. Este detalle, junto con las especulaciones que comenzaron a surgir, hizo que el caso fuera más complejo de lo que parecía.
Una de las teorías que se manejó fue que Claire, al descubrir que su esposo abusaba de su hermano menor, cometió el asesinato y que su madre, en un acto de protección, asumió la responsabilidad. Sin embargo, nunca se llegó a probar esta hipótesis, y Sofía fue juzgada y condenada por homicidio.
El Juicio y la vida en la cárcel
A pesar de los esfuerzos de la defensa y del apoyo que recibió de la comunidad artística, Sofía Bassi fue sentenciada a prisión. En la cárcel, lejos de abandonar su vocación, la pintora encontró en el arte una forma de sobrellevar su encierro. Con el tiempo, se le permitió seguir pintando, y firmó sus obras con las siglas E.L.C. (En la Cárcel), reflejo del difícil momento que atravesaba.
Su arte, cargado de una profunda emotividad, fue elogiado por figuras como José Luis Cuevas y David Alfaro Siqueiros. Este último, tras visitarla en prisión, le dejó un mensaje alentador: “Solo los grandes artistas se superan en el dolor de la cárcel”. Las palabras de Siqueiros, junto con el respaldo de otros artistas, ayudaron a mantener vivo el legado de Bassi durante su reclusión.
La libertad y legado de Sofía Bassi
Gracias a una reforma en la ley, Sofía Bassi recuperó su libertad antes de cumplir la totalidad de su condena. Ya en libertad, continuó su carrera artística, dejando una marca indeleble en el arte mexicano. A lo largo de su vida, Bassi exploró temas complejos y creó obras que reflejaban su profunda introspección y resiliencia.
Sofía Bassi falleció a los 85 años, siendo sepultada en un sarcófago oval que ella misma diseñó y pintó, una última obra que simbolizaba su visión del origen y la perpetuidad. A través de su arte y su historia, Bassi sigue siendo recordada como una figura enigmática y talentosa, cuyo legado perdura en el tiempo.
El caso de Acapulco 68 es mucho más que un hecho trágico; es una ventana a la vida y obra de una artista que supo transformar la adversidad en inspiración. Sofía Bassi, a través de su talento y su fuerza interior, dejó un testimonio duradero de su capacidad para crear belleza incluso en las circunstancias más difíciles. Su historia sigue siendo un recordatorio de la complejidad humana y del poder transformador del arte.
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